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Las papillas de cría a mano eran un producto prácticamente reservado a la cría a mano de grandes psitácidas. De hecho, son los pájaros donde más se usan, es frecuente a día de hoy encontrar los llamados agapornis o ninfas papilleras, que se venden apenas emplumar para criar a mano.

Sin embargo, esta alimentación también se ha desarrollado en los últimos años en paseriformes, no solo para complementar los aportes diarios de los padres, sino para criar directamente pichones huérfanos, ayudar a nidadas retrasadas e incluso para medicar a pichones enfermos.

Hay dos métodos distintos para usar las papillas: alimentar en boca y en buche. El primero consiste en depositar la papilla en la boca del animal con una jeringa y una cánula. Es una técnica muy fácil pero tediosa y sucia, debiendo administrar poca cantidad, de manera lenta, cada varias horas, teniendo cuidado de no introducir el alimento en las vías áreas para evitar una posible neumonía por aspiración.

La segunda opción consiste en introducir la cánula directamente en el buche del ave, una técnica mucho más rápida, pero que requiere experiencia, ya que se corre el riesgo de provocar neumonías por aspiración y daños en la mucosa esofágica y bucal. Independientemente de la técnica es necesario seguir unas pautas de manejo y sobretodo de higiene. Las papillas vienen en polvo y deben homogeneizarse con agua caliente a 37-39 grados, hasta conseguir la textura deseada que depende también de la edad del animal.

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