La mayoría de las aves presenta un ensanchamiento a mitad del recorrido del esófago llamado buche, en algunas incluso se presenta como un compartimento cerrado.
Es una de las estructuras más fáciles de identificar, sobre todo en las crías, ya que el área de piel que se corresponde con esa zona no presenta plumas. En las granívoras se encuentra muy desarrollado, ya que, además de almacenar el alimento temporalmente, sirve para hidratar, macerar y ablandar las semillas antes de su paso al estómago. En esta parte ya comienza a producirse una digestión previa de los alimentos, especialmente de aquellos más duros como las semillas.
Del correcto funcionamiento del buche dependerá que los alimentos puedan ser asimilados con eficacia en las siguientes porciones del aparato digestivo.
Además, tanto el buche como el esófago permiten una función importante, la regurgitación, es decir, la expulsión voluntaria del alimento almacenado en estos reservorios. Esta capacidad es crucial para que los reproductores puedan alimentar a sus pollos durante las primeras semanas de vida.